Siri me dice que la prudencia es «la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con moderación». Luego continúa diciendo que «también se entiende como la virtud de comunicarse con los demás por medio de un lenguaje claro, literal, cauteloso y adecuado, así como actuar respetando los sentimientos, la vida y las libertades de las demás personas».
Me quedo con la primera definición para seguir con esta carta de la directora, o editorial.
Cuando una persona vive a un lado del liderazgo necesita cultivar varias virtudes, si quiere que le vaya bien. Cuando vive al otro, otras. Cuando vive a los dos lados, virtudes de los dos lados —no necesariamente las mismas, aunque se llamen igual. La prudencia es una virtud; ser prudente, una actitud.
Este es mi estilo: aprender rápido, pensar despacio y actuar rápido. El hablar, ya se verá. Y si no hablo es porque o no tengo nada que decir, o la respuesta que tengo que dar no la tengo elaborada todavía. O simplemente, porque he deducido que no vale la pena hablar. Me gusta debatir, pero discutir no. Pero hay escenarios en los que no cabe ni siquiera el debate. Me gustan las conversaciones precisas, inteligentes; sin embargo, no soy de competir con mi interlocutor en precisión de razonamientos, o cantidad de datos a poner sobre la mesa —ojo, no he dicho inteligencia—. Tampoco soy de interrumpir mientras me hablan: diagnósticos completos necesitan exposiciones completas. Ostentar en sí me parece una falta de respeto, y un signo de inseguridad.
La prudencia no es retraerse, ni mucho menos. Yo la veo más bien como sobriedad, precisión, como jugar limpio, pero como un pro. Creo que la prudencia es una actitud indispensable para todo ser juicioso que se precie. Ahora bien, ¿cómo aplicarla en su justa medida? La línea que separa la prudencia de otros sentimientos represores es fina. Como digo, nada es difícil si sabes hacerlo. Esta frase podría ser la declaración de intenciones de este número de Dévé. Una declaración que, en la vida pro y en la vida perso, exige disposición e iniciativa.
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