Por supuesto, me he metido en Instagram. Y lo primero que he visto es la foto de una mujer que ha viajado a Irán y se ha hecho una foto con una mujer iraní: «friendship knows no border», añade.
Lujo: abundancia o exhibición de riqueza o de comodidad.
Yo no tengo amigas iraníes ni me he ido a Irán, por lo que hoy no puedo protagonizar una imagen de contraste de culturas, de esas que parecen gustar tanto (¿o sí?). El concepto de lujo aquí no es el mero hecho —de mero no, quizá tú tampoco has ido a Irán— de ir a Irán, sino el poder demostrar que tienes algo que los demás no tienen: una amiga exótica, un lugar no convencional, el poder de elaborar una imagen al alcance de pocos fuera del periodo vacacional. En eso, por un momento, eres mejor que los demás.
Creo que estamos ante en nacimiento de un nuevo tipo de lujo: hasta ahora el lujo era básicamente lo que pocos se pueden permitir por motivos económicos, y nos limitábamos a concebir esto en lo material. Muy bien. Actualmente tengo la sensación de que un lujo es además, esa sensación placentera que es tan difícil de experimentar o tan infrecuente en días como hoy que, cuando la experimentas, uno de tus impulsos es hacer una foto y subirla a Instagram. Primero, porque necesitamos retenerla en la memoria; segundo, porque el hecho de que los demás la vean hace que, para algunos, se valide ese buen momento.
Me explico. Por un lado, los que vivimos en las ciudades estamos habituados —por desgracia— a no ver más que pantallas y mobiliario urbano. Yo veo paisajes de bosques y horizontes cuando los busco en internet, y envidio a la gente que tiene esos paisajes delante y les puede hacer fotos. Y a veces, es más probable que uno encuentre una foto del cielo mirando Instagram que el hecho de que uno simplemente levante la cabeza y mire hacia arriba. Por eso probablemente una nueva definición de lujo sea también «Lo bello que no logras ver o tener al alcance casi nunca».
Y en línea con eso no me limito a lo estrictamente material, sino a esas experiencias por las que seguramente pagas, pero no tienen precio. Estar con tu familia, con tus amigos —sin necesidad de mirar una pantalla—, dar un abrazo de verdad, tener una conversación de verdad, escuchar un «Te quiero/confío en ti/estoy orgulloso de ti», la felicidad de alguien al que quieres hacer feliz… vamos, disfrutar de verdad. Llega a ser algo tan poco habitual en días alocados como estos que cuando sucede, entra en la categoría de lujo.
Volviendo a lo dicho antes, aunque en medio de tantos estímulos no lo parezca, nuestro cerebro sigue siendo capaz de retener esos buenos recuerdos en la memoria. De modo que propongo más vivir y menos grabar. Así de sencillo. No sólo ahora en diciembre, sino siempre. Verás que el recuerdo de tus mejores momentos latirá más vivamente en tu mente que en tu teléfono móvil.
Lujo es el número 24 de Dévé. En Dévé haber llegado hasta aquí es algo por lo que estar contentos. Y que te guste Dévé es algo que nos hace felices.
Sigamos hablando. Deja que comiencen los buenos tiempos.
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Imagen: Austin Pacheco
1 comment
Un lujo es poder contar con buena personas. También una suerte. Aquí la tenemos, gracias 😉