Me gustan los días fríos y de lluvia porque son, normalmente, días de sobriedad. Por un lado, los seres humanos somos sensibles a la meteorología, y cuando ésta nos muestra que no siempre nos favorece, tendemos más hacia la prudencia y la moderación. Por otro lado, como en días fríos la gente acostumbra a quedarse en casa, desaparece la preocupación por dar cierta imagen —cosa que todos sabemos que, en mayor o menos medida, puede estresarnos ligeramente—, y somos nosotros mismos. Nosotros mismos en nuestra versión más sobria.
Añadamos que acabamos de entrar en diciembre. Diciembre del 2019. Del 2019. El fin de una década en la que en el mundo ha pasado de todo cada vez más rápido; un vistazo a los resultados de Wikipedia en una búsqueda de los hechos relevantes de cada uno de los años entre el 2010 y el 2019 da vértigo. Me imagino que en la vida de cada uno también. Si cada uno tuviéramos nuestra Wikipedia personal podríamos afirmar que la vida es un espejo, de esos que muestran cómo has sido y cómo eres.
¿Puedo considerar diciembre como un mes de hacer balance? Por qué no. Un balance válido se hace en más de un día, al contrario de lo que algunos afirman. Además, si se trata de un balance de verdad, la idea es como cuando te miras en el espejo sin meter tripa. Antes de que abandones los planes de tu vida al 2020, una buena idea es observar hasta dónde has llegado en este periodo de tu vida. Sin necesidad de maquillar, o justificar, o censurarte. La franqueza —el no necesitar meter tripa ante el espejo— es una virtud aquí.