Tienes que ir a trabajar y vas. El día se tuerce. Normal que sientas que hoy no es tu día. Precisamente son días como hoy, cuando recuerdas esos momentos de descanso con tus seres queridos y te das cuenta que estabas muy a gusto y feliz. Es normal que no quieras volver a tu trabajo, esa empresa donde todo el mundo parece enfadado y triste y se te pega. Pero hay formas de sentirse mejor:
Primero de todo, trata de no irte a los extremos, ni todo es tan bueno cuando va bien, ni todo es tan malo cuando va mal. No te va a beneficiar nada pensar negativamente cuando las cosas van mal… Así que tú decides, ¿cómo quieres sentirte: bien o mal?.
Hay más cosas en las que pensar. Date cuenta de que no estás solo; somos muchos los que nos sentimos igual que tú. Te puedes seguir sintiendo aislado, pero sabes que no es un mal tuyo personal, es algo más general; por lo tanto, te puedes liberar de esa culpa, es parte de la organización de la empresa, del jefe que se levantó torcido hoy, o de los 5 días seguidos de lluvia que amargan a cualquiera. No estás solo, como las hojas caídas en el parque otoñal, al final todas son parte de un paisaje. Aislarse no es bueno, protegerse sí.
¿Qué más puedes hacer? Repítete una y otra vez, que no pasa nada. Sentirte mal, cansado o triste, forma parte de la naturaleza del ser humano. Acepta esa emoción. Elige sentirte bien, siempre hay algún motivo. Recuerda que no a todo el mundo le viene bien pensar. Puede que precisamente a ti sí; ese es un gran valor, siéntete seguro con eso. Y si prefieres no pensar tanto, deja de dar vueltas a todo y ve poco a poco.
Si te ha salido algo mal hoy, ¿qué más da? No siempre tiene por qué haber consecuencias. Procura ir paso a paso, avanzando sin pensar en el después, simplemente observa el presente, cómo avanzas, no pienses que va a venir una catástrofe. Igual que en la selva, todo está vivo, va creciendo poco a poco; pero no necesariamente tiene que estar conectado. En tu caso igual. Has fallado, seguro que no eres el único que lo ha hecho, asume tu parte de error y mañana, a intentar hacerlo bien de nuevo.
Sé pleno en decisiones. Muchas veces nos sentimos mal precisamente porque nos hemos dejado llevar por las circunstancias. Pues a decidir cosas. Discernir te da energía, escoge qué te gustaría mantener y qué no; y te ayudará a sentirte mejor. Solamente eso te ayudará a confiar de nuevo en ti, a empoderarte y a vivir de verdad. Estarás sembrando algo bueno que cosecharás más adelante. Dalo por hecho.
Hoy ha sido un mal día; pero no tiene por qué serlo mañana. No estás obligado a tener metas; pero si después de un fracaso, te pones una meta nueva por conseguir, volverás a crecer. Las metas son necesarias cuando más dudas tenemos; porque nos dejan claras las cosas. Cuando estamos en un buen momento no las necesitamos; pero cuando nos sentimos bajos de ánimo, es cuando más nos pueden ayudar. Y si aun así lo ves difícil, procura compartirlas con alguien; os daréis fuerza cuando fallen las ganas.
Finalmente, siéntete orgulloso de tu vida. Que un día como hoy no sea determinante. Una película es buena por cómo acaba, no por cómo empieza. Si aún así, te cuesta sacar motivación, busca situaciones pasadas en las que estás orgulloso de lo que hiciste. No tiene por qué ser algo grande. Yo hoy me siento bien por haber conseguido desayunar tranquilamente en casa sin prisas. Prueba a identificar 20 ejemplos en tu vida de cosas que te hacen estar orgulloso, y cuando acabes, vuélvelos a leer.
Piensa que los momentos como hoy (un mal día) te demuestran que estás vivo. Te sientes mal, pero es ahora cuando sale tu verdadero yo. Es ahora, cuando más dudas tienes, cuando se pone a prueba tu mejor versión. Lucha por conseguir tus metas. Aprovecha cada oportunidad de mejora como si no hubiera un mañana. Eso es así, disfruta —dis-fru-ta— al máximo haciéndolo y recuerda cómo luchaste cuando consigas tu meta, para hacer que cada día pueda ser una buena nueva.