El principio es el detonante de todo, pero ese pistoletazo quizás sea lo menos vistoso. Terminar tiene mejor prensa, pero sin origen no habría noticia.
Nadie triunfa sin haber empezado primero. Es así. Por lo tanto, empezar nos acerca más al éxito que estar quietos. Es importante saberlo y, todavía más, tenerlo en cuenta y actuar en consecuencia.
Las personas somos fábricas de ilusiones: unas solo echan malos humos y otras producen realidades. El proceso de elaboración no es fácil ni rápido. Se cometen muchos errores y, si se aprende de ellos, pueden darse por bien empleados.
La línea de salida suele estar muy concurrida porque allí se juntan los que van a empezar, los que empezaron y tienen que volver a hacerlo de nuevo y los que quieren empezar y buscan la forma de dar el primer paso. En esta carrera hay dos tipos de espectadores: los que te animan cuando sales y se van dirigiendo a la meta porque saben que llegarás a donde te propongas y los que esperan verte caer.
Hay muchas personas que empiezan y no terminan, pero aunque aparentemente no hayan conseguido nada, han avanzado más que las que nunca salieron. Empezar ya es mucho. Empezar es poner los cimientos a esa realidad nueva a la que quieres mudarte a vivir y son más solidos los pilares de los sueños que ese muro en el que se apoyan los que ven, dirigen y critican las obras sin casco ni opinión.
El principio es la semilla de lo extraordinario. Lo que detona las raíces, lo que permitirá que algún día de frutos. Pero para poder alimentarnos de ellos primero hay que plantar, regar, esperar, abonar y ser paciente. Nada es automático.
El principio es la decisión más importante que vamos a tomar porque sin ella no habría todo lo demás. Muchas veces se ve como algo intrascendente porque no hay una distancia tan grande entre donde te encontrabas antes y donde te has situado ahora, o sí, lo que observan es que has salido de tu zona de confort y eso, curiosamente, les resulta incomodo a ellos.
Hay una parte de la sociedad con una clara vocación a la monotonía, una debilidad por lo estándar e insomnio en lo referente a los sueños ajenos.
El principio debe de ser motivo de orgullo y de memoria, nunca deberíamos olvidarlo porque eso nos hará tratar con más respecto a los que empiezan y ser más parecidos a un trampolín que a un bache. Debemos ayudar con nuestra actitud y nuestros medios a que la gente progrese, si la sociedad es mejor, da igual quien lleve las medallas, todos ganamos.
Por eso, deberíamos hacer lo siguiente:
– Tener muy claro que los que han llegado lejos empezaron en algún momento.
-Empezar las veces que haga falta aquello que valga la pena terminar.
– No entorpecer a nadie en su carrera y ayudar a levantar al que tropieza.
– No olvidar los inicios a medida a que nos vayamos acercando a la línea de meta.
– Ser pistoletazo de salida y animar a que otros empiecen, el futuro llegará antes y será mejor si todos nos ponemos en marcha.
Ojalá con el paso del tiempo el principio ya sea una meta, los pistoletazos de salidas maten nuestros miedos, se dignifiquen los errores y se de el valor que merece a todo aquel que empieza con la voluntad de llegar hasta el final.
El principio es el mejor de los comienzos y el único camino posible para un día poder llegar al final.
Imagen: Mavin Ronsdorf