La sexta cosa que te has quitado de encima al llegar a la madurez es la necesidad de hablar de la vida de los demás como si eso fuera tu gasolina.
Te has dado cuenta de que quitando la viga de tu ojo (en vez de centrarte en la paja del ojo de los demás) tienes trabajo para muchos años. Y no se acaba tu mundo por admitir un error y disculparte por él. No. La manifestación de una de las mayores carencias de la gente es la fobia a que se descubran sus errores. Bueno, hay que decir que históricamente se ha sabido que uno queda más vulnerable ante el descrédito si se sabe que ha cometido un error, porque parece ser que la idea del error se asocia a una peor calidad como persona.
(Sigue leyendo «7 Cosas que te has quitado de encima al llegar a la madurez»)
La madurez, cierto es que acompaña a la edad, pero no necesariamente. La madurez es la consecuencia del trabajo interno que haces contando con las experiencias que has vivido.
Trabajar en ti es cuestión de carácter. Hablando de carácter, ahora me acuerdo de algo que me respondieron recientemente, que es una respuesta fruto habitual de la ignorancia: «Ella es así, tiene mucho carácter… un carácter fuerte».
Carácter no es mal genio
Que quede claro, —los diccionarios que dicen que carácter se asocia al mal genio se escribieron en los 90—. Una persona con mal genio tiene un problema interno que le hace pensar que su valía está en el nivel en que consigue someter a los demás, y voy más allá: ve a los de alrededor como sus enemigos. Si alguien necesita pelear contigo es porque te ve como un rival.
(Saber las 3 Diferencias entre ‘carácter’ y ‘mal genio’ es asegurarte subir de nivel.)
Ahora bien, ¿cómo responder al mal genio con carácter?
Teniendo claro en la vida qué es lo que quieres y lo que no.
Hemos hablado de eso en Respondiendo al «mal genio» con carácter: una crítica pragmática. Como dice Mario, realmente, la realidad es muy fácil si no la complicas.
Es cuestión de coherencia. Coherencia: hay que hablar más de ella.
Antes de hablar de la confianza a secas, prefiero hablar de lo que hace competente a una persona para llegar a ese nivel de confianza al que aspira. Eso también es subir de nivel.