(O cómo entrar en el 2020 sin que te estrese la tecnología)
En los 80 – 90 los profetas nos decían que para 2020 la tecnología nos haría súper humanos, con poderes. Si esos profetas nos vieran hoy, de lejos dirían que sí; de cerca, nos contemplarían estupefactos preguntándose qué ha pasado que estamos tan estresados con la tecnología. Cuando el tema es el teléfono, la tablet y el ordenador, suele pasar que los que venían teóricamente a hacernos la vida más fácil, suelen hacerlo, pero a cambio se llevan una adicción por nuestra parte y estrés.
Sí, estrés.
Es común que en la aplicación de correo electrónico del teléfono se apilen cuentas de correo y entre una cosa y otra, acabe habiendo más de 1000 correos sin leer. Pero es una desgracia. También es común que los chats de Whatsapp sean innumerables y ya no haya espacio en la memoria para tanta foto. Pero ese no es el plan. La prueba es que lees Dévé, y estarás de acuerdo conmigo en que:
- Las cosas ordenadas te ahorran tiempo
- Tener solo lo que necesitas ahorra tiempo
- Ahorrar tiempo es ganar vida
Y eso no excluye a la tecnología. La vida hay que ganársela, y si te pones implacable en ese objetivo, la primera decisión es que la tecnología te deje de ser causa de estrés. Esto es lo que hice —y puedes hacer también— antes de 2020 para que la tecnología no sea un estrés:
Unsubscribe.
Delete. Unfollow. La razón por la que se te acumulan miles de emails en la bandeja de entrada es porque hay servidores que tienen tu dirección de correo y te envían emails. Y como no les has dicho nada, confían en que sigues queriendo recibir sus correos. Pero si no has leído el antepenúltimo correo que te enviaron, puede que en el fondo ya no te interesen. Y si te interesan pero no tienes tiempo, qué le vas a hacer. Seguro que puedes hacer un triaje y un esfuerzo. Cuando te llegue un email de alguno de los newsletters que ya no te interesan, asegúrate de darte de baja en la suscripción (la opción suele estar en la parte inferior del email, al final). Los motivos son simples: ya no quieres seguir recibiendo esos emails. Bonus: permítete oler la frescura de una bandeja de correo sin mensajes sin leer. O como dicen en inglés, inbox zero.
Elimina los contactos que no vas a llamar y no te van a llamar nunca. Es un gran alivio.
El Javier que no recuerdas quién es y está con otros tres Javier que no recuerdas, puede que tampoco se acuerde de ti. Y por eso ni tú le vas a llamar, ni él va a llamarte. Y lo mismo sucede con un 30% de los contactos que tienes, probablemente.
Unfollow.
Ya que hay adición a la tecnología, que esta adición no te hunda más en la miseria. Si cuando entras en Instagram o Twitter sales sintiendo angustia por lo que has visto, una de las soluciones es dejar de seguir esas cuentas que te incitan a compararte con los demás, o a querer gastar para “reducir la distancia entre tu yo que ves como cutre y los influencers perfectos”. O simplemente esas cuentas que no te aportan nada. No viene mal ponerse en plan minimalista.
Limpia tu carpeta de descargas del ordenador y borra apps.
Esto lleva más tiempo del que puedes pensar. En la carpeta de descargas suele acabar todo lo que cae de internet y luego se queda sin destino. ¿Por qué no poner orden ahí? Poco a poco. Hasta el ordenador te lo agradecerá.
Haz planes que no signifiquen estar sentados (delante de una pantalla).
Cuando dicen “En la variedad está en gusto”, lo dicen de verdad. Somos seres de rutinas y costumbres, pero si cuando te preguntan qué tal has hecho, tu respuesta de las últimas dos semanas ha sido “trabajar”, con el debido respeto, tu vida está siendo aburrida. “¿Pero qué hago?” Vamos a ver, aprender a cocinar un nuevo plato en tu cocina es una buena idea. Hacer una nueva actividad. Poner un vídeo de Youtube en el que enseñen a bailar hip hop y seguirlo con tu familia. Hacer más deporte. Leer. Ir a un concierto de jazz. Algo hay.
Un ayuno digital.
O un detox. O un sabbath. O una desconexión, llámalo como más mole. Un ayuno digital puede hacerse por motivos espirituales, sociales, o porque tu madre te ha quitado el móvil.
Cierto es que los ayunos digitales a partir de las 24 horas son los más efectivos a la hora de superar la adición a la tecnología —y su estrés—, ganar autocontrol, ver el mundo con más objetividad, recuperar la capacidad de concentrarse y dormir mejor. Yo tengo comprobado que es más difícil dejar la tecnología que dejar los azúcares (los azúcares los consideran una droga). Desde que comencé a hacer ayunos digitales mi relación con la tecnología (y sobre todo, con las redes sociales) mejoró bastante. Por supuesto, un ayuno digital funciona cuando haces planes diferentes, decides llamar más y escribir menos, conectar con tu creatividad y vivir de manera más consciente. Los ayunos digitales se pueden hacer de varias maneras, siempre que no afecten negativamente a la gente de tu alrededor.
La conclusión es el objetivo: mejorar tu relación con la tecnología y que ésta no sea fuente de estrés, sino de satisfacción. ¿Cuándo comenzar? Puedes tomar inspiración de las claves que consideres que te encajan más en este momento y empezar ya. Vale la pena.