En 2018 hay una parte de nosotros que ambiciona el máximo uso de las tecnologías. Ya hay gente que en su casa da dos palmadas y se enciende la luz, o suena la música. Puede que la sensación que da que las máquinas te obedezcan se parece a ascender en la pirámide de Maslow. O no, más bien puede ser una sensación de control, de poder, puesto que la búsqueda del poder es una de las principales del ser humano.
Por otro lado hay una parte de nosotros que, como escuchamos en Disrupt HR la semana pasada, se mantendrá fiel a una esencia. Esto significa que, por mucho que avancen las tecnologías, se creen nuevos métodos y éstos prometan incluso la inmortalidad, los seres humanos seguiremos con comportamientos que decimos que jamás abandonaremos pero que en días como hoy, y prisas como las de ahora, echamos de menos.
Pese al impulso de vivir de manera frenética, amamos más que la sobriedad, la sensación de plenitud fruto de virtudes como el orden. Que se lo digan a Marie Kondo.
El bullet journal es otro ejemplo: tendrás teléfono, tablet, ordenador, reloj inteligente, asistente de voz y otra decena de robots a tu servicio, pero seguramente tienes un post-it, o un papel en la nevera, o una libreta. Para qué negarlo… en vez de negarlo, sácale partido. Probablemente, mientras leas digas: «Esto del Bullet Journal es la agenda de toda la vida, pero en plan moderno y con nombre en inglés, que en inglés todo suena mejor». Bueno, y qué. Una de las razones por las que en instagram #Bujo y todo lo relacionado con la #bujoaddiction sea real es por la sensación de placer que da primero, el tener un tiempo para ti, en el que no está presente ni el teléfono móvil. Segundo, que ese tiempo sea de creatividad. Tercero, que sea un tiempo dedicado a poner las ideas en orden y acabar con el agobio. Escribir es una forma de tener las ideas controladas. Y si me apuras, de deshacer nudos en la mente y eliminar nervios y estrés.
Lee «Ordena tus ideas» de Emma Baizán