«Un buen modisto debe ser: arquitecto para los patrones, escultor para la forma, pintor para los dibujos, músico para la armonía y filósofo para la medida».
Cristóbal Balenciaga.
Si hay algo difícil y complicado en la moda es conseguir la intemporalidad, estar siempre en boga o adelantarse a los tiempos. Si hay alguien que lo consiguió, sin duda es Cristóbal Balenciaga. Nacido en Guetaria, un pequeño pueblo del País Vasco, hijo de una costurera y un pescador.
La Marquesa de Casa-Torres, perteneciente a la casa Real Belga, fue quien siendo un niño le dio la oportunidad de hacerle un vestido y, tras el resultado, convertirse en su mecenas. Cristóbal supo aprovechar esta oportunidad y en 1918 creó su propia casa de costura en San Sebastián. Poco después se extendería a Madrid y Barcelona. Se convirtió en el modisto de la Familia Real española y la aristocracia. Más tarde, al estallar la guerra civil española, fue cuando se trasladó a París.

Cristóbal Balenciaga trabajando
Puede decirse que tuvo oportunidades, pero esas oportunidades sin un talento detrás no le hubieran llevado a ser el modisto de Alta Costura más valorado. Coetáneos como Dior y Chanel decían de él que era “el maestro de los maestros”. Gran determinación y disciplina era la que trasladaba a cada uno de sus Ateliers. Él era creador con sus propias manos, defensor de las técnicas de alta costura tradicionales y la confección a mano. No salía ninguna prenda de la Casa Balenciaga que no estuviera realizada como él mismo lo hubiese hecho.
Con gran inspiración militar y folclórica española, muchas de sus obras tienen influencia de pintores españoles, como Goya, Velázquez o Picasso. La elección de tejidos era clave en la elaboración de sus diseños, incluso él mismo investigó e hizo crear tejidos nuevos para conseguir los volúmenes deseados. Sus cortes sencillos, volúmenes sofisticados y su originalidad hacen que se convirtiera en referencia para todos los creadores de Alta Costura.
“Una mujer no tiene necesidad de ser perfecta ni bella para llevar mis vestidos,
el vestido lo hará por ella”.
Cristobal Balenciaga.
En los años cincuenta crea el vestido saco en reacción al éxito de Dior con el New Look (silueta con cintura muy entallada y volumen en la falda). En esa época, tiene mucho éxito en Estados Unidos, las mujeres más importantes daban cualquier cosa por tener una de sus creaciones. Está claro que parte de su éxito se debe a su gran disciplina, carácter y personalidad. En 1968 anuncia su retirada con 73 años, sólo accede a realizar el vestido de boda de Carmen Martínez Bordiú en 1972.
En la antigua casa de los marqueses de Casa-Torres, en Guetaria, se puede encontrar el fantástico museo homenaje al genio. Un precioso edificio reconstruido, donde se pueden admirar las mejores obras de Balenciaga. Este museo también suministra a exposiciones externas por todo el mundo de prendas creadas por el maestro. También nos ofrece cursos y talleres para familias y para profesionales. Una visita muy recomendada si visitáis la preciosa zona.

Museo Balenciaga
En sus 50 años de aportación a la Alta costura, supo pasar del polisón a los monos con transparencias que podemos apreciar en sus últimos años. El legado de la Casa Balenciaga continuó años después con línea de Pret –a-porter, pero es en los últimos años con el georgiano Demna Gvasalia, cuando la firma ha vuelto a dar un impulso después de 100 años. Es posible que hayáis oído hablar de las “Ugly Sneakers”, zapatillas feas. Algunos las definen como “esas zapatillas de deporte feas que se pone tu padre un domingo para salir a comprar el pan”.
En los últimos años estas zapatillas se han convertido en un top de cualquier fashionista, su precio más de 600€. Llevadas, por supuesto, por los influencers más famosos, algunas de las versiones de la Triple S están cotizadas por más de 2000€.
La temporalidad de la moda es muy relativa y la adaptación a los nuevos tiempos y circunstancias que nos rodean es clave para triunfar, en cualquiera de los aspectos de nuestra vida. Tomémoslo como un aprendizaje, como una inspiración para llevarnos a nuestra propia historia personal.