En cuna republicana y de padres madrileños nace una primavera del 33 una hermosa idea de lo que albergaba ser el evento cultural del año en la capital española. Exceptuando los años de la Guerra Civil y posguerra, la Feria del Libro se planta en el 2018 con 77 ediciones a sus espaldas, muchos éxitos y algún que otro dolor de cabeza que se ve acentuado en los últimos años.
El Retiro, ese parque tan madrileño, tan majestuoso, con ese toque cañí que tanto gusta al gato de pura cepa y con un imán para los visitantes de la ciudad que esperan ansiosos recorrer sus kilómetros y adentrarse en un mundo paralelo, coger una barquita por su lago y esperar que suceda algo. Algo. No tiene por qué ser sobrenatural, simplemente algo que contar al regresar a tu ciudad y que, aunque al prójimo le parezca insulso o con poca gracia, tú estás emocionado porque te ha pasado en El Retiro. Este paraíso natural en el corazón de Madrid da para contar mucho. De hecho, no es casualidad que una cita tan ansiada para muchos como es la Feria del Libro de Madrid sea en este parque. Comenzó siendo en el actual Paseo de Recoletos, y alguna edición se ha celebrado en la Casa de Campo, pero no fue ni la sombra de lo que hoy día significa. Parece que el hándicap Retiro-Feria funciona.

Fotografía de archivo de la Feria del Libro en el parque del Retiro
Pasados los años más pesimistas para editores y escritores en el que mucho tuvo que ver la última crisis económica, el año pasado superaron sus expectativas y es inevitable que tan buenos datos alegren al sector. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce y la organización y ejecución de la Feria está a la sombra de otras como la de Buenos Aires o Bogotá y no solo por la falta de ingresos públicos (que también) que no superan el 8% del más de un millón de euros.
No sé si es por ir “sobrado de falta de autoestima” que diría mi admiradísimo Santi Balmes, pero en España aún tenemos mucho de eso. ¿Nos cuesta pensar a lo grande? No, no y no. Me niego, porque somos un país de genios, en general, algunos incluso no se han dado a conocer, pero están ahí, y si la situación (lo llamaremos así) lo permite, aquí seguirán. Pero es curioso que solo el presidente de la Feria, Manuel Gil, trabaje de lleno en el proyecto durante todo el año. ¿De verdad no podemos sacar más partido a algo tan bonito y que da tanto dinero? ¿No hacer más actividades relacionadas antes, durante y después de estos días? Solo se escucha hablar de la Feria del Libro de Madrid días previos a su comienzo, cuando debería ser un continuo, un reclamo cultural para infinidad de eventos en la ciudad. ¿Por qué?
Sí es verdad, que con respecto al país invitado este año, Rumanía, los eventos creados por la organización se han superado. No hubiera sido posible sin la exquisita involucración por parte del Instituto de Cultura Rumano que ha contribuido especialmente a que la Feria haya sido, en parte, un éxito gracias a ellos. Las continuas actividades y talleres que se han hecho para dar a conocer la literatura de este país traducida al español han sido un regalo.

Entrevista de la periodista Anna Grau a los visitantes de la Feria
Para los editores y libreros son sus días grandes. Trabajan a destajo para que todo esté perfecto y si el tiempo lo permite, que su caseta sea una de las más visitadas. No solo es importante la ubicación, sino también el espacio. Este último, es uno de las mayores preocupaciones que les acarrea la Feria. En este año, unos 800 sellos han sacado a pasear sus publicaciones en tan solo 363 casetas. Y claro, para un padre es difícil elegir el hijo que entre todos los demás va a ir al baile de gala. Es triste, porque existen editoriales no tan grandes como las archiconocidas por todos, pero con publicaciones excepcionales, maravillosas desde la cubierta, el formato, ilustraciones (si las tiene) y como no, la edición, tan infravalorada por muchos y tan esencial.
Tal y como me aseguran algunos editores independientes, la falta de entendimiento entre libreros y editores cada vez es más notable. Cada año, al comienzo de los preparativos de la Feria, discuten por cada metro de más o de menos que diferencian las casetas de unos y otros, enfrentamiento acentuado por el ansia de protagonismo. De hecho, este año el presidente de la Asociación de Editores de Madrid, Miguel Barrero, se retiró de la comisión organizadora ante la propuesta llevada a cabo de retirar a los facsímiles este año y la autoedición el anterior.
Aunque Gil asegura que el 95% de editores está representado en la Feria, muchas casetas de este gremio se han visto afectadas por la reducción de cuatro a tres metros, sin embargo esta medida no se aplica a los libreros. Todos quieren una caseta, y cada vez son más los sellos editoriales y sus respectivos títulos que no se quieren perder esta cita. Está claro que es una cuestión de espacio.
Ahora bien, si El Retiro abarca una superficie de más de 16 kilómetros, con rincones maravillosos, ¿por qué esa tacañería en cuanto al espacio? Tan solo 1,3 kilómetros se presta a la Feria. Tanto trabajo que mostrar, y ¿no hay lugar en un parque de semejantes dimensiones? En encuestas realizadas era cuestión de no cansar al visitante, de que el recorrido no se les hiciera pesado y atrajeran la mayor atención posible. Son unos días en que la venta de ejemplares a papel, completan porcentajes altísimos en la facturación de todo un año entero. Que se conozca el producto y el sello es vital para la vida del librero y editor.

Firma de libros de Nuria Capdevila en la caseta de Sílex Ediciones
A pesar de ser una feria para los libreros, pues para comprar y vender derechos está Liber, no deja de ser un acto para beneficiar al libro. El libro es el gran y único protagonista.
Hay quien como el analista Mike Shatzkin opina que es un acto con fecha de caducidad debido a la digitalización que abarca todo lo que toca. No creo que hasta ese punto sea así. El libro es algo casi bucólico. Tanto como si eres el primero en leer sus páginas como si ya ha pasado por docenas de manos amigas, siempre te va a oler a algo indescriptible y único para cada uno, cosa que jamás conseguirá una tableta o Smartphone. De todos modos, si hay personas como Shatzkin que vaticinan tan triste final, ¿por qué ha aceptado venir como invitado a la edición de este año?
No se da a conocer la obra de arte que supone crear un libro de principio a fin. Por eso, poniéndome en la piel de todos aquellos que dedican su vida a regalarnos arte en forma de libro, es frustrante no poder enseñar al público en lo que has invertido tanto tiempo. Lo comparo a cuando hacías una manualidad en el colegio con todo tu cariño para regalársela a tu madre y estabas deseando que el resto te dijeran lo increíblemente bonita que había quedado tu pulsera de bolas de plástico. Perdóneme el lector la comparación, pero se me asemeja a la ilusión de un niño.
Otra cosa son las condiciones meteorológicas que tal y como vienen pasando en los últimos años, no importa que esté a la vuelta de la esquina el verano, la lluvia y el viento no son alentadores para estar paseando y visitando casetas. Además, el miedo al desprendimiento de ramas de los árboles o incluso el derrumbe de estos, no garantiza la seguridad del viandante. Se puede entender, pero como se suele decir, hablando se entienden las personas, y se percibe de todo menos diálogo.
A pesar de todo me alegra saber que miles de personas se dan cita cada año en la Feria del Libro de Madrid. La pena es la falta de organización o si preferís, la falta de interés por no dar prioridad a la cultura en general y a estos eventos en particular. Si no se impulsa la lectura, si no se lee… ¿cómo va a seguir un país adelante?