Una nueva polémica se añade al conjunto de las ya registradas en un 2020 fuera de serie. 2020 saldrá en los libros de Historia y quien no acierte las preguntas será porque habrá mucho y muy lioso. Que haya sido Rusia —Rusia, encima Rusia— la primera en registrar una vacuna es el colmo. Rusia, por qué Rusia y no Estados Unidos, como nos han mostrado siempre en las películas. Por qué Rusia ha ganado, de dónde ha sacado los recursos, cómo ha actuado sin que nadie se enterara.
Pero bajemos las manos de la cabeza, que habemus vacuna. Ahora bien, ¿quién osará a hacerlo?
Está la esperanzadora teoría de que quien sufre el virus genera anticuerpos; primero se creyó que eran para siempre, luego se supo —oh— que no, que la duración era indefinida, e indefinida quiere decir «en función de cada cuerpo». Más tarde, cuando se supo de casos de personas que superan el virus y no generan anticuerpos, la esperanzadora teoría se desmorona ante los ojos.
La OMS no se fía de la vacuna, Miguel Bosé y los que siguieron la manifestación negacionista tampoco. Los que se han descargado faceapp y han regalado sus datos a servidores rusos no se fían de las apps Stop Covid —y de la vacuna tampoco. Twitter por supuesto que tampoco. Instagram no dice nada. Tiktok sigue a su ritmo y tiene cosas más importantes de las que preocuparse; cuando leas este artículo no sabemos en qué estado se encontrará. Pero el titular del Fondo de Inversión Directa de Rusia, Kiril Dmítriyev, afirma que Rusia ha recibido solicitudes de 20 países para adquirir un total de 1000 millones de dosis de la vacuna. Dicen que la vacuna no ha completado sus pruebas finales (pero eso no la va a parar), y esto me recuerda a las primeras mascarillas que compré en un París todavía dominado por el pánico pocos días antes de que levantaran el confinamiento en Francia. Una azul oscuro, una roja burdeos, de farmacia a un precio loco… y que al lavarlas destiñen muchísimo. Pero eran las primeras. La gente salió desesperada a comprarlas, y yo soy parte de la gente. También me recuerdan a las actualizaciones de los sistemas operativos de los teléfonos, de los que hay gente que dice: “Voy a esperar un poco y que otros se lo descarguen primero y según las opiniones ya me la descargaré cuando arreglen los primeros errores”.
Pero esos 20 países compradores a Rusia tienen nombre, también dinero para pagar el dineral de las primeras dosis. Sin intentar evadir la conversación, los datos disponibles dicen que son varios países de América Latina, Oriente Medio y Asia. Un poco de indagación saca a la India, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, México, y Brasil como los que están sacando el monedero para pagar. Qué pasará por la cabeza de las poblaciones de México, por ejemplo, al pensar que pueden ser conejillos de indias mundiales… la indignación que se dio en África hace cuatro meses no se me ha olvidado. Y me permito la pregunta siguiente: si algún país europeo que dentro de un mes anuncie disponer de vacunas para dar a la gente tres días después de que Estados Unidos (por ejemplo) anuncie haber desarrollado vacunas también, ¿qué vacunas estará dando, las de Estados Unidos, o las de Rusia, que habrá comprado en agosto y guardado para sacar en octubre? Como cuando la mujer lista se compra un vestido para estrenarlo el año que viene, vamos.
Reuters/Dado Ruvic